HISTORIAS EN MOVIMIENTO: De Brasil a Metbus, la historia de Garotiño
Cristián Cousiño (58) trabaja hace casi tres años en Metbus; pertenece al terminal Los espinos y conduce los recorridos 519, 511, 516 y 517. Es conocido como “Garotiño”, porque vivió alrededor de 15 años en Brasil; donde trabajó en el transporte público de Sao Paulo.
Comienza explicando su gusto por los buses y el deseo que tuvo desde niño de convertirse en conductor, tal como su padre. “A mi viejo le decían el ‘paleteado’, porque era muy buena gente, manejaba la Ovalle Negrete, que llegaba al Santa Laura”, recuerda. “A los 13 años iba con él al trabajo, ahí corría buses en los patios, así fui aprendiendo y me interesé”, complementa.
Con 20 años -ya casado y con hijos- Cristián tomó la decisión de dejar Chile, por la mala situación que atravesaba el país en los años ochenta. Venezuela y Australia eran sus prioridades, pero finalmente Brasil fue el destino, gracias al hermano de un amigo de infancia que lo recibió. La única condición era viajar solo, sin familia: “lo más lejos que había ido en ese tiempo era Valparaíso, fue una aventura”.
“Nunca me arrepentí de la decisión que tomé”. Tras varios días viajando en bus, llegó a Sao Paulo. Recuerda lo mucho que le costó ubicarse y moverse en la metrópoli brasileña: “solo llevaba una tarjetita con la dirección de la casa”. Algunas personas le ayudaron y pudo utilizar el metro; así logró llegar a la casa de la que fue su familia adoptiva.
No sabía cómo lo iban a recibir. “Cuando llegué me atendieron súper: comí, me duché y pude descansar. Les expliqué todo y dijeron que no había problema, que me darían una mano”, cuenta agradecido. Cristián no tardó en encontrar trabajo, su nueva familia le ayudó a conseguir, “tuve la dicha de trabajar un tiempo en Volkswagen, como soldador, una tremenda experiencia”, asegura.
“Garotiño” no demoró en independizarse y traer desde Chile a su esposa e hijos. Tampoco tardó mucho en ingresar al transporte público brasileño: “tenía 30 años cuando comencé con los buses, en Cooperget. Primero entré como mecánico, pese a no tener muchos conocimientos. Nunca había entrado a un pozo”.
Aprendió rápido sobre mecánica, al mismo tiempo que su portugués progresaba. “Era busquilla, buscaba el trabajo. Demostraba mis capacidades”, señala. Aunque lo que realmente le gustaba era la conducción, pues quería emular a su padre. Luego de tres años llegó su oportunidad detrás del volante.
Obtuvo la especialización para ser conductor en Brasil. “Comencé con un recorrido largo, que se llamaba Barro Branco, es como decir ‘Pudahuel’ aquí en Transantiago”, cuenta. Recuerda lo mucho que lo querían, sobre todo en los patios: «siempre andaba con la bandera chilena en mis buses. A todos les llamaba la atención, lo encontraban bonito».
“De repente suben brasileiros y me hablan en portugués. Yo puedo comunicarme y ayudarles, darles indicaciones. Ellos piensan que soy su compatriota, por mi forma de hablar (ríe). Me felicitan porque hablo muy bien y agradecen la ayuda. Han tocado varios, se van felices”.
Sobre el funcionamiento del sistema en Sao Paulo, lo que más destaca Cristián es la tranquilidad, educación y calidad de los conductores. “No se calientan, son calmados. No tocan bocinas ni discuten mucho; ellos entienden que su labor es transportar gente”, explica. “Fui aprendiendo y adquiriendo esto del respeto. Es profesionalismo, es lo que debemos demostrar”, agrega.
“A veces me dicen que soy ‘rueda cuadrada’, porque ando lento (se ríe), pero no es eso, es porque manejo con precaución, deteniéndome en todos los paraderos. Trato de representar bien a la empresa”. Para Cristián, la atención al cliente es muy importante: “nosotros somos como psicólogos arriba del bus, el público no se tiene que adaptar a mí, yo me tengo que adaptar a ellos”.
Después de más de 15 años viviendo en Sao Paulo, Cristián decide regresar a Chile. Inició trámites para acceder a un crédito hipotecario, quería tener casa. “Me inscribí e hice los trámites, llegó un punto en que tuve que volver porque me exigían liquidaciones acá”, detalla. Así, en 2010 retorna definitivamente al país.
De inmediato Cristián se enroló en las filas del Transantiago: trabajó tres años en Express. Luego llegó a Metbus, “gracias a Dios me vine (a Metbus), digo gracias a Dios porque esta es una muy buena empresa, la mejor”.
“Las máquinas aquí son muy buenas, nada que decir. El trato también, el ambiente de trabajo, todo excelente. Me siento feliz, vengo contento a trabajar. Y eso se contagia, si vengo con buenas vibras, se va a transmitir al usuario, al despachador, a los colegas, a los aseadores, a los mecánicos, a todos”, finaliza.